La Carta de Venecia, un texto básico en la restauración de monumentos afirma que la restauración es una operación excepcional. "Tiene como fin conservar y revelar los valores estéticos e históricos del monumento y se fundamenta en el respeto a la esencia antigua y a los documentos auténticos. Su límite está allí donde comienza la hipótesis: en el plano de las reconstituciones basadas en conjeturas, todo trabajo de complemento reconocido como indispensable por razones estéticas o técnicas aflora de la composición arquitectónica y llevará la marca de nuestro tiempo. La restauración estará siempre precedida y acompañada de un estudio arqueológico e histórico del monumento".
Esto se puede traducir en el lema: “La restauración termina donde comienza la duda”.
Si no hay información suficiente, la restauración debe tener como finalidad evitar el deterioro del inmueble.
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